martes, 6 de julio de 2010

1º CAPITULO

Desgraciadamente todo lo bueno tiene un triste final, y todo lo malo tiene que continuar dañandote con una condenada tortura. Una tortura que sufres en silencio.

Mi dicha condena comenzó con una deslumbrante y cálida sonrisa, y con unos ojos oscuros que me naufragaron en aquellas aguas de chocolate ardiente.

Creyendo que tu corazon había encontrado la calma absoluta. Algo que nunca existió, sólo fue producto de la desesperación.
Una mirada que se podía posar toda una vida en mis ojos, en MI.
Una sonrisa que te quitaba todos tus miedos y preocupaciones.

Muy simple para alguien que no ha padecido esta enfermedad que te perfora el corazón como un aguijón de avispa. Una enfermedad terminal, la considero yo.

Un juego para algunos, una vida para otros.
Hubo un tiempo que creí la primera opción, aferrándome a ella.

Amaba aquel juego de dos, que hacía que mis entrañas ardieran y que pequeños murciélagos revoloteasen por mi estómago. No mariposas ligeras y empalagosas, como muchos dicen... Sino murciélagos feroces y hambrientos de sed.

Juega y haz que tu corazón lata como si se tratase de sus últimas palpitaciones.
Ama ese juego que te hace arder y sufre lo peor.

Termina la partida antes de tiempo y arrepiéntete echada en la cama escuchando baladas y músicas de EVANESCENCE. Algo que hacemos todas las adolescentes que padecemos esta enfermedad.
Hasta que encuentres a otro con quien jugar a algo llamado "amor".

Lo más irónico es que una vez que juegas sacias con algo más, y lo conviertes en un puñetero vicio, una droga que te mantiene con vida. Si se le puede llamar a eso vida.

Ama todo ello, deséalo y muere por ello cuando la otra persona ni siquiera quiera empezar a jugar.
Consúmete en tus lagrimas cuando esa persona te abandone.

Mira al cielo por favor y pide a la estrella más cercana al firmamento un sólo deseo:
Que la daga que te apuñala tu oprimido pecho se esfume con los recuerdos que compartiste con él.

Y ya sabes... Di adiós a los jueguecitos tontos.

viernes, 4 de junio de 2010

Bahh!

Si todo fuese tan sencillo como creía desde un principio...
Cuando era una niña me hablaron de los cuentos de hadas. En los que aparecía una chica desgraciada porque era huerfana,era pobre, o cosas por el estilo. Hasta que un día llegaba su principe azul y la salvaba de la oscuridad más remota. Salvandola de una depresión,incluso de la propia muerte.
Ahora que me he hecho lo suficientemente mayor y madura para no creer en esas mentiras... Quisiera ser niña de nuevo.
Creer en un mundo magico, donde existiría tu principe azul, y te salva de todas tus ataduras.
Ohhh Pobre ingenua soy!!
Que desea con lo imposible...
Con unos brazos cálidos que te aguarden del frío y de la desesperación,unos labios que te besen con pasión,que te digan que te quieren. Para así poder pensar que merece la pena el haber estado con vida.